Salmos 9 Gracias por la Justicia de Dios - El Poder de Dios

1-2  Dios mío, Dios altísimo,

yo quiero alabarte de todo corazón.
Quiero expresarte mi alegría;
¡quiero cantarte himnos
y hablar de tus maravillas!
3-4  Tú eres un juez justo:
juzgaste mi caso y me
declaraste inocente.
Por ti mis enemigos huyen,
tropiezan y son destruidos.
Reprendiste a los pueblos
que no te adoran;
destruiste a esos malvados,
¡y nadie volvió a recordarlos!
Para siempre cayó la desgracia
sobre nuestros enemigos;
dejaste sin gente sus ciudades,
y ya nadie se acuerda de ellos.
Dios mío, tú reinas para siempre,
estás sentado en tu trono,
y vas a dictar la sentencia.
Juzgarás a los pueblos del mundo
con justicia y sin preferencias.
9-10   Tú, Dios mío,
proteges a los que son maltratados
y los libras de la angustia.
Los que te conocen
confían en ti,
pues nunca los abandonas
cuando te buscan.
11  ¡Canten himnos a Dios,
que es el rey de Jerusalén!
¡Den a conocer entre los pueblos
todo lo que ha hecho!
12   Dios sabe que ustedes han sufrido,
y les hará justicia;
Dios siempre atiende a los pobres
cuando le piden ayuda.
13   Dios mío, ¡compadécete de mí!
¡Fíjate en los que me odian!
¡Mira cómo me afligen!
¡No dejes que me maten!
14  Tú me salvaste;
por eso estoy feliz.
Iré a donde todos me oigan,
y les diré a los que pasen
que también deben alabarte.
15   Los pueblos que no te conocen
han caído en su propia trampa;
han quedado atrapados
en la red que ellos tendieron.
16   Tú te has dado a conocer
como un juez siempre justo;
en cambio, los malvados
caen en su propia trampa.
17  ¡Que se mueran los malvados,
esas naciones que no te conocen
ni te toman en cuenta!
18   Pero tú, Dios mío,
nunca te olvides de los pobres
ni pongas fin a sus esperanzas.
19-20  ¡Vamos, mi Dios!
¡Llama a cuentas a las naciones!
¡Hazlos que sientan miedo!
¡No permitas que te desafíen!
¡Que sepan esos paganos
que no son más que polvo!

Amen


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