Confiar en medio de la Aflicción – El Poder de Dios
En la palabra de Dios nos dice que en las
aflicciones se puede confiar plenamente en nuestro Señor Jesucristo, porque él
ha vencido al mundo. Las Sagradas Escrituras afirman que nuestras aflicciones están
en las manos de Dios y debemos creerlo.
El Señor nos invita a confiar, a tener esa
Fe en la cual nos movemos sin ver, creyendo y confiando en ese amor que nos
muestra Dios, porque Él mismo es amor. El amor que siente hacia ti un ser querido
no lo ves, no es visible, no lo puedes pesar, ni medir, pero sabes que es real,
es un sentimiento que se aferra en tu espíritu y que te hace sentirlo de muchas
maneras.
Hay muchas cosas que no vemos pero son tan
o más reales que las cosas que se ven. Así es el creer en Dios a través de
nuestra fe: no lo vemos pero es real. Y esta Fe, es la que en medio de tus
aflicciones te mostrara que Dios está ahí, junto a ti y que no estás solo.
Veremos un pasaje de la realidad de las
pruebas y aflicciones en Juan 16:33 Les
digo estas cosas para que estén unidos a mí y así sean felices de verdad. Pero
tengan valor: yo he vencido a los poderes que gobiernan este mundo.
Usted puede
estar seguro que si vive fiel a Dios, la aflicción que se presente en su camino
para probar su Fe será vencida por que dice la palabra que todo lo podemos en
Cristo que nos fortalece y el que cree todo es posible, podemos confirmarlo en
Hechos 14:22 Les digo estas cosas para que estén unidos a mí y así sean felices
de verdad. Pero tengan valor: yo he vencido a los poderes que gobiernan este
mundo.
La Biblia ya
nos ha advertido que vamos a experimentar aflicciones. Esto no es algo nuevo
para el cristiano y no debe sorprenderse
cuando enfrenta momentos difíciles en su vida por servir al Creador del Universo.
Podemos ver
que desde el Antiguo Testamento los hombres de Dios han experimentado
aflicciones, Hebreos 11 Confiar en Dios es estar totalmente
seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo
existe, aun cuando no se pueda ver. 2 Dios aceptó a nuestros antepasados porque ellos
confiaron en él. 3 Y nosotros creemos que Dios creó el universo con
una sola orden suya. Lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse…
(meditar todo el capítulo 11).
No hay un tiempo en la historia del pueblo de Dios en el cual dicho
pueblo no haya sufrido de una manera u otra para probar su fe; en el Antiguo
Testamento nos muestra como hombres
fieles, obedientes y temerosos de Dios sufrieron en gran manera. Así como también
en el Nuevo Testamento hombres de Dios sufrieron aflicciones.
Hechos 2:13 Pero algunos
comenzaron a burlarse de los apóstoles, y los acusaban de estar borrachos.
Hechos 5:40-41 …así que enseguida mandaron traer a los
apóstoles, y ordenaron que los azotaran en la espalda con un látigo. Luego les
prohibieron hablar de Jesús, y los dejaron en libertad. 41 Y los apóstoles salieron de allí muy contentos,
porque Dios les había permitido sufrir por obedecer a Jesús.
Algo notorio que se debe mencionar es que en el primer siglo había persecución
y evangelismo; actualmente no hay persecución, y hay poco evangelismo.
Lo que debe hacer para no desanimarse y abandonar su fe en medio de la aflicción
lo podemos ver en Santiago 1:22-25 ¡Obedezcan el mensaje de Dios! Si lo
escuchan, pero no lo obedecen, se engañan a ustedes mismos y les pasará lo
mismo que a quien se mira en un espejo: tan pronto como se va, se olvida de
cómo era.
25 Por el contrario, si ustedes ponen toda su
atención en la palabra de Dios, y la obedecen siempre, serán felices en todo lo
que hagan. Porque la palabra de Dios es perfecta y los libera del pecado.
Hermano debe recordar que por muy dura este la aflicción no está solo,
lo confirmamos en Salmos 34:19 los que son de Dios podrán tener
muchos problemas, pero él los ayuda a vencerlos. Y en Romanos 8:31 Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra
parte, nadie podrá estar en contra de nosotros.
El hecho de
saber que Dios está con nosotros debe motivarnos para no abandonar nuestra fe. El conocimiento, discernimiento y revelación
que nos da su palabra a través del Espíritu Santo afirma nuestros corazones
para confiar en Él.
Aunque al
principio cueste trabajo creer en esto debemos recordar que es un privilegio
sufrir por Cristo, Hechos 5:41 Y los apóstoles salieron de allí muy contentos,
porque Dios les había permitido sufrir por obedecer a Jesús. Filipenses
1:29 Dios les
ha dado a ustedes el privilegio de confiar en Cristo, y también de sufrir por
él.
Al recordar
que es un privilegio ser contados por dignos de sufrir por Cristo, nuestra
actitud ante la aflicción será totalmente diferente. Confiar
en medio de la Aflicción, en la mayor parte de las veces, produce un beneficio
a favor de la causa de Cristo.
El Señor nos invita a gozarnos en medio de
la aflicción, Santiago 1:2-4 Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando
pasen por toda clase de dificultades. 3 Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a
prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades. 4 Por lo tanto, deben resistir la prueba hasta el
final, para que sean mejores y puedan obedecer lo que se les ordene.
Esto es algo que puede llevar a cabo el hombre de Dios. Si el hermano en
Cristo fiel del primer siglo pudo gozarse, nosotros también podemos hacerlo.
Quizá esa aflicción se llame escasez económica, división en el hogar,
falta de paz, pelea en el matrimonio, hijos rebeldes, falta de trabajo, etc.
Cualquiera que sea tu aflicción, hoy quiero recordarte que los oídos de Dios están
abiertos para escuchar el clamor de tu corazón.
Hace algún tiempo recuerdo que
meditaba y oraba a mi Padre Celestial y le decía “Padre, tu palabra dice: Clama
a mí y yo te responderé y te enseñare cosas grandes y ocultas que tu no conoces”
“Así como clamo desde lo más profundo de mi corazón para que llegue a lo más profundo
del corazón de mi Padre, el Señor me ha mostrado cosas maravillosas”.
Pasaje para memorizar:
Juan 16:33 Les digo todo esto
para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de
sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
El Poder de
Dios