La Tierra Prometida – El Poder de Dios
Le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, es decir, al Padre
maravilloso, que les dé su Espíritu, para que sean sabios y puedan entender
cómo es Dios. También le pido a Dios que les haga comprender
con claridad el gran valor de la esperanza a la que han sido llamados, y de la
salvación que él ha dado a los que son suyos.
Pido también que entiendan bien el gran poder con que Dios nos ayuda en
todo. El poder de Dios no tiene límites; con ese mismo poder Dios resucitó a Cristo y le dio un lugar en el
cielo, a la derecha de su trono; con ese mismo poder, Dios le dio a Cristo dominio
sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad, y sobre todo lo que
existe en este mundo y en el nuevo mundo que vendrá.
Dios puso todas las cosas bajo el poder de
Cristo, y lo nombró jefe de la iglesia. Cristo es, para la iglesia, lo que la
cabeza es para el cuerpo. Con Cristo, que todo lo llena, la iglesia queda
completa. Efesios 1:16-17
El Antiguo Testamento es sombra o figura de
lo que estaba por venir. Pero el trabajo de esos sacerdotes nos da apenas una ligera idea de lo
que pasa en el cielo. Por eso, cuando Moisés iba a construir el santuario, Dios
le dijo: Pon mucho cuidado, porque debes hacerlo todo siguiendo el modelo que
te mostré en la montaña.
Pero el trabajo que Dios le dio a Jesucristo, nuestro Jefe de
sacerdotes, es mucho mejor, y por medio de él tenemos también un pacto mejor,
porque en él Dios nos hace mejores promesas. Hebreos 8:5-6
El cordero de la pascua en el Antiguo Testamento, tipifica, es decir es
sombra o figura de Cristo. Porque Dios los libró de ese modo de vida, que es
poco provechoso, y que ustedes aprendieron de sus antepasados. Y bien saben
ustedes que, para liberarlos, Dios no pagó con oro y plata, que son cosas que
no duran; 19 al contrario, pagó con la sangre preciosa de
Cristo. Cuando Cristo murió en la cruz, fue ofrecido como sacrificio, como un
cordero sin ningún defecto. 1 Pedro 1:18-19
Cristo los acompañaba, y era la roca espiritual
que les dio agua para calmar su sed. De esa agua espiritual bebieron todos.
La tierra prometida a Israel es tipo de Jesucristo; es decir, Cristo es la
tierra prometida. Dios le dijo a su pueblo escogido ¡Levántate, recorre esta tierra a lo largo y a lo
ancho, porque yo te la voy a dar! Los llevare a una tierra grande y
buena, donde la leche y la miel corren como el agua. Esto habla de las riquezas de Cristo
nuestro Salvador.
Debemos apropiarnos de las riquezas que Dios nos
ha prometido a través de Cristo, porque ya nos fue entregada, legalmente nos
pertenece, es nuestra herencia. Debemos tomar acción, actuar, levantarnos y no
tener una actitud pasiva.
Tenemos que poseer la tierra prometida con
actitud de victoria. Dice el Señor, esfuérzate y se valiente; nuestro Padre nos
invita a tomar lo que es nuestro, lo que ya nos pertenece, apropiarnos de nuestra
herencia porque somos hijos del Rey. Pero recuerda que esta herencia es para ti
y tu descendencia, es decir que tu familia está asegurada.
Yo les he
entregado el país; vayan y tomen posesión de la tierra que yo, el Señor, juré
dar a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y Jacob, y a sus
descendientes. Deuteronomio 1:8
¿Estas disfrutando la tierra prometida que Dios te dio en Cristo?
El Señor, el
Dios de ustedes, les entrega esta tierra. Adelante, pues, y ocúpenla tal como
lo ha dicho el Señor, el Dios de sus antepasados. No tengan miedo ni se
desanimen. Deuteronomio 1:21
Pero ustedes
no quisieron ir, sino que desobedecieron la orden que el Señor nuestro Dios les
había dado. Deut. 1:26
Es necesario
quitar de nuestro corazón, toda desobediencia, rebeldía, murmuración, mal
consejo o hablar mal de Dios y de las personas, para que no estorbe en nuestras
oraciones al Señor, limpiemos nuestro camino y toda piedra de tropiezo que
nosotros mismos ponemos en el camino.
Un espíritu de conquista para poseer la tierra prometida.
Entonces Caleb hizo callar al
pueblo que estaba ante Moisés, y dijo:
¡Pues vamos a conquistar esa tierra! ¡Nosotros
podemos conquistarla! Numeros 13:30
Sabemos que la palabra de
Dios es poderosa y con nuestras palabras que salen de nuestra boca podemos
crear o destruir, bendecir o maldecir, prosperar o fracasar, dar vida o dar
muerte. Es nuestra elección.
El Señor nos exhorta a tener un espíritu de
conquista, ante los problemas, circunstancias, dificultades o pruebas que
tengamos en nuestra vida. Subamos, tomemos acción y posesión para que la tierra
prometida sea nuestra, seamos protagonistas; apropiémonos de las riquezas de Cristo y
fortalezcamos la medida de Fe que Dios ya nos dio.
Pasaje para memorizar:
Deuteronomio 26:1-2 Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios
te va a dar en propiedad, y te hayas establecido en ella, 2 tomarás los primeros frutos de la cosecha que te
dé la tierra, y los llevarás en una cesta al lugar que el Señor tu Dios haya
escogido como residencia de su nombre.
El Poder de Dios