El Amor de Dios que da Fruto en el creyente
La Palabra
de Dios nos enseña que el amor
de Dios fluye de manera natural en el creyente porque Dios es amor y
al hombre le ha dado la potestad de ser su hijo. El amor de nuestro Padre
Celestial que fluye en nosotros nos mueve a amar a Dios y a nuestro prójimo.
Si decimos que amamos a Dios, y al
mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no
amamos al hermano, a quien podemos ver, mucho menos podemos amar a Dios, a
quien no podemos ver. Jesucristo nos
dio este mandamiento: ¡Amen a Dios, y ámense unos a otros! 1 Juan 4:20
La Biblia dice que Dios es amor! Debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de
Dios. Todo el que ama es hijo de Dios, y conoce a Dios. El
que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 1 Juan 4:8
¿Pero cómo podemos siquiera comenzar a comprender esa verdad?
Hay muchos pasajes en la biblia que nos dan la definición del amor
de Dios. El versículo mejor conocido es Juan 3:16 “Porque de tal manera amo
Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él
cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Así pues, una manera en la que Dios define el amor es el acto de
entrega. Sin embargo, lo que Dios dio (o deberíamos decir, a “quien” Dios dio),
no era simplemente un obsequio envuelto. Dios sacrifico a su Hijo único para
que nosotros, los que ponemos nuestra fe en Cristo, no pasemos la eternidad
separados de él.
La vida Cristiana es conocer al Padre, a su hijo, nuestro Señor
Jesucristo y llevar fruto. Ustedes no fueron los
que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado
que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les
dará lo que ustedes le pidan en mi nombre. Esto les
ordeno: Que se amen unos a otros. Juan 15:16-17
En el Antiguo Testamento se compara al
hombre con un árbol. Dios bendice a
quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con
los que se burlan de Dios.
Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y
noche. Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan
mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien!
Salmo 1:1-3
El cristiano debe esforzarse para tener una vida
ejemplar y el fruto se refleje en nosotros. La fuente de vitalidad para que
demos fruto está en permanecer en la palabra de Dios.
Todo árbol produce fruto según su género. Es una ley de
Dios. Dios dijo: Que
produzca la tierra toda clase de plantas: hierbas que den semilla y árboles que
den fruto. Gen. 1:11
Debemos dar fruto de acuerdo a nuestra
naturaleza, la cual es espiritual y
proviene de Dios. Si estamos cerca del Dios de amor, daremos fruto de amor.
Dios es glorificado con nuestro fruto, otros al ver nuestro fruto glorifican a
Dios.
Dios es glorificado cuando sus hijos
llevan fruto y tiene especial cuidado de quien lleva fruto, lleve más y más
fruto. Jesús le dice a sus discípulos: Yo
soy la vid verdadera, y Dios mi Padre es el que la cuida. Si una de mis ramas no da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las
ramas que dan fruto para que den más fruto. Recuerden que ustedes ya están limpios, gracias al mensaje que les he
anunciado. Juan 15:1-2
La nueva naturaleza de Cristo en nosotros expresa
el tipo de fruto que crece en el exterior. Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a
ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a
la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen
unidos a mí.
El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me
mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se
separa de mí, no podrá hacer nada. Al que no se mantenga unido a mí, le pasará lo mismo
que a las ramas que no dan fruto: las cortan, las tiran y, cuando se secan, les
prenden fuego.
Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que les he
enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan. Si ustedes dan mucho fruto y viven realmente como
discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de ustedes. Juan 15:4-8
Nosotros
amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero. Dios nos da de su amor
para que nosotros demos amor a los nuestros. Debemos con nuestras acciones
demostrar el amor que tenemos de Dios.
Si seguimos dando fruto es porque estamos cerca
del Señor. Cuídense de los profetas
mentirosos, que dicen que hablan de parte de Dios! Se presentan ante ustedes
tan inofensivos como una oveja, pero en realidad son tan peligrosos como un
lobo feroz.
Ustedes los podrán reconocer, pues no hacen nada bueno. Son como
las espinas, que sólo te hieren. El árbol bueno sólo produce frutos buenos y el árbol
malo sólo produce frutos malos. El árbol que no
da buenos frutos se corta y se quema.
Así que ustedes
reconocerán a esos mentirosos por el mal que hacen.
Es imposible dar fruto si estamos separados de la
vid. El fruto bueno solo viene del árbol bueno.
Hay una verdad singular: si damos frutos buenos
es porque estamos sanos y que el árbol es bueno. Así la gente sabrá que somos
discípulos del Señor Jesucristo si nos amamos los unos a los otros. Sabrá que
somos sus discípulos por nuestro fruto, parte del cual es el amor de Dios.
Pasaje para memorizar:
Juan 3:16
Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel
que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
El Poder de Dios